La regulación en materia tecnológica y de protección de los datos se ha ido endureciendo con el paso de los años hasta adquirir un carácter global.
Un claro ejemplo de ello es el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD o GDPR, según siglas en inglés), aprobado en 2018, con el objetivo de generar un marco legal de protección de datos personales y libre circulación de los mismos, común a toda la Unión Europea.
Las organizaciones no solo deben ceñirse a las leyes locales, sino también a las estatales o globales. Desde el momento en que conciben el desarrollo de un producto o la oferta de un servicio, y sin importar si son ellas mismas las que venden a sus clientes o lo realiza un partner, todos los agentes implicados deben tener el marco normativo en mente.