La omnicanalidad, un término cada día más presente en nuestra vida, parece el elemento más adecuado para las relaciones en el campo sanitario, como se pone de manifiesto en este trabajo.
El término omnicanalidad, que alude a la capacidad de una organización para mantener una comunicación efectiva a diferentes niveles con sus usuarios, representa la aspiración de muchas empresas e instituciones dentro del nuevo modelo que nos traen las tecnologías que facilitan la digitalización de los procesos. Se trata de un objetivo que la pandemia ha acelerado, hasta el punto de que, para la mayor parte de las organizaciones, la gestión rápida y eficaz de la relación con los clientes mediante la digitalización y la automatización de los procesos, se ha convertido prácticamente en un requisito para satisfacer a un usuario cada vez más conectado.
En estos meses de pandemia, marcados por la crisis sanitaria y económica, pero también por la aceleración del proceso de modernización de las empresas, hemos visto cómo la interacción de los consumidores finales con las empresas a través de soportes electrónicos ha tomado prácticamente la delantera al canal telefónico. De hecho, incorporar canales digitales como el email, el chat o las aplicaciones móviles permite diversificar los medios, distribuir los tiempos del emisor y del receptor, asignar mejor los esfuerzos y hacer más eficiente la comunicación.